domingo, 12 de agosto de 2007

La Increibile Historia de la Tribu Dogon y Sirio

Un misterio de verdad

E. C. Kruppp: “En busca de las antiguas astronomías”. Ed. Pirámide. Madrid, 1989.


Sirio está relativamente cerca de nosotros si tenemos en cuenta las enormes distancias interestelares. Es la sexta estrella más próxima a la Tierra, estando a una distancia de 2,67 pársecs u 8,7 años-luz. Emite mucha más energía que el Sol y, en una escala absoluta, es mucho más luminosa y está más caliente que éste. La temperatura superficial de Sirio es de 17.500º F, es de color blanco y tiene una masa doble que el Sol.

Friedrich Bessel, astrónomo alemán, llegó a la conclusión en 1844 de que una compañera invisible debía estar en órbita mutua con Sirio. Había finalizado unas medidas sumamente cuidadosas acerca de la lenta variación de la posición de Sirio y había descubierto una pequeña oscilación a un lado y otro de la trayectoria esperada de Sirio en el espacio. Bessel supuso acertadamente que Sirio estaba afectado por la influencia gravitatoria de una vecina próxima y en 1862 el constructor de telescopios americano Alvan Clark vio por primera vez con sus flamantes instrumentos a la débil compañera de Sirio. Sirio A y su compañera, Sirio B, dan una vuelta completa mutuamente cada 49,9 años. La compañera consiste en un tipo más bien extraño de estrella que se denomina “enana blanca”. Aunque Sirio B tiene tanta masa como el Sol, es como máximo el doble de grande que la Tierra. Se trata de una estrella extremadamente densa; una cucharadita de su material pesa un cuarto de tonelada.

Hace unas pocas décadas se produjo en África una curiosa historia acerca de Sirio y su densa y débil compañera. Los Dogón, una tribu que vive en la actualidad en lo que es la República de Mali, conceden una importancia especial a Sirio. Según su tradición, la brillante Sirio está acompañada por un objeto muy denso y oscuro que llaman "Po", nombre que también emplean para denominar un cereal del género Digitaria. Según los Dogón este tipo de estrella es el más pequeño; también mantienen que completa una órbita alrededor de Sirio cada cincuenta años. Se piensa que estas creencias de los Dogón, que fueron comunicadas por vez primera en la década de los cuarenta por los sacerdotes de la tribu a dos antropólogos franceses, M. Griauie y G. Deitenlen, tienen por lo menos una antigüedad de ochocientos años, que es la que tienen los diseños que ilustran el sistema de Sirio y otros cuerpos astronómicos.

Uno de los diagramas de arena de los Dogón (ver figura al final) representa lo que se ha identificado como la trayectoria elíptica de Sirio B alrededor de Sirio A, estando éste localizado fuera del centro, en lo que se cree que es uno de los focos de la elipse. Es sugerente la semejanza que hay entre el diseño Dogón y la órbita relativa proyectada que se ve desde la Tierra. Los Dogón también mantenían que Júpiter tiene cuatro lunas y que Saturno tiene un anillo. Ver los cuatro satélites galileanos de Júpiter o los anillos de Saturno se requiere un telescopio, pero los Dogón no han dispuesto de este instrumento. Otras de sus tradiciones sobre estos planetas son también anteriores a la fecha en que se inventó el telescopio.

El parecido asombroso entre los conocimientos astronómicos modernos y la tradición estelar de los Dogón hizo que el orientalista americano Robert K. G. Temple explorara el asunto con detalle. En su libro The Sirius Mystery precisa muchas más creencias Dogón, así como los aspectos de diferentes mitologías que según su opinión relacionaban a Sirio con su “oscura” compañera. Temple concluye con total seriedad que el estimulo original de las creencias de los Dogón sobre Sirio, y en realidad de todas sus creencias tan peculiares, fue una visita a la Tierra de anfibios extraterrestres hace quinientos años o más. El lugar de residencia de esos seres era, según Temple, un planeta del sistema de Sirio. El caso de Temple se apoya en una amplia reinterpretación de un enorme volumen de comentarios antiguos y mitologías. Por ejemplo, se hace uso del singular mito de Oannes para respaldar la idea de un planeta lleno de anfibios. Según Berossus, un babilonio que vivió en el siglo III a. de C., Oannes era una combinación singular de ser humano y pez. La mayor parte de su cuerpo se parecía a un pez, pero bajo su cabeza pisciforme poseía otra. Esta extraña criatura con cola de pez y pies de hombre podía hablar. Tenía la costumbre de regresar al mar al atardecer para pasar en él la noche. Otras fuentes caracterizan a Oannes como un maestro que dio a la Humanidad la escritura y la Astronomía. También se dice que Oannes transmitió a las culturas no desarrolladas de la Tierra las Artes y las Ciencias, la Agricultura, la Arquitectura, el Derecho y las Matemáticas, en suma, los fundamentos de la civilización.

El mito de Oannes es probablemente mucho más antiguo que la primera referencia que se tiene de él (la de Berossus). Temple se impresionó con los atributos piscícolas de este portador de cultura y concluyó que debió de venir de un mundo oceánico alejado de la Tierra. Supone de forma completamente arbitraria que el conocimiento aparentemente detallado que tenían los Dogón es una prueba en favor de que la residencia de Oannes estaba en el sistema de Sirio. Temple cree que los Dogón sólo podían haben obtenido un conocimiento preciso del sistema de Sirio con los telescopios modernos, de los que desde luego no disponían, o a través de una comunicación directa con los hombres del espacio durante una visita. Dice que es difícil creer que los Dogón dieran con el periodo orbital de Sirio B de cincuenta años por pura coincidencia.

Muchos ejemplos de mitos y leyendas, como los de Gilgamesh, Jasón y los argonautas, Anunnaki el sumerio o la del monstruoso podenco de la mitología griega, Orthrus, están relacionadas de una u otra forma con el numero cincuenta, y Temple mantiene que todos esos elementos se refieren a la órbita binaria de Sirio.

Las tradiciones astronómicas Dogón tenían que causar contestación entre los astrónomos, ya que no pueden reconciliarse con sus recursos instrumentales, fundamentalmente la observación a simple vista. Las conclusiones de Temple son, pon otra parte, tan heterodoxas que las pruebas que presenta y su manipulación demandan una cuidadosa revisión.

Es ciertamente notable que una tribu africana, célebre por su complejo sistema cosmológico y por unas tradiciones religiosas singulares, tenga un conocimiento tan detallado de la existencia y naturaleza de Sirio B, los satélites galileanos de Júpiter y los anillos de Saturno. Siempre queda la posibilidad de que la semejanza aparente entre la descripción de los Dogón del sistema de Sirio y la situación real sea debida al azar. Sin embargo, existe algo tan incómodo en esta explicación como en la hipótesis de los extraterrestres de Temple. No sabremos nunca con certeza por qué existen las semejanzas, pero hay que permanecer escéptico ante la idea de una antigua visita a la Tierra por parte de habitantes anfibios de Sirio.

No debiera sorprendernos que Sirio ocupe un lugar especial en el esquema de los Dogón, ya que es la estrella más brillante dcl cielo. Sabemos que era una referencia apropiada para el calendario solar egipcio y, aunque desconocemos si la tradición egipcia se transmitió a los Dogón, la luminosidad aparente de Sirio podría haber estimulado a éstos de forma independiente. Temple nos pide acertadamente que seamos cautelosos al aceptar las tradiciones de los antiguos textos y las interpretaciones de los escritos, pero él no hace caso de su advertencia. Su catálogo de fenómenos relacionados con el numero cincuenta merece punto y aparte. Siempre son sugestivas las asociaciones de este tipo, aunque, invariablemente, están siempre fuera de lugar. Tal vez debamos concederle un significado especial, pero no hay forma de juzgarlas a no ser que dichas relaciones numéricas se tabulen y clasifiquen. Quizá encontremos en los mitos el número cincuenta porque lo vayamos buscando. Si queremos proclamar un status científico para las relaciones tendría que idearse un ensayo objetivo. La aparición de Oannes es otro de los asuntos molestos de la tradición mesopotámica, aunque se dispone de explicaciones alternativas a la hipótesis de los "visitantes de Sirio". A Oannes también se le puede relacionar con el dios sumerio Ea que proporcionó a la Humanidad la sabiduría y las artes de la Civilización. Según Berossus, Oannes procedía de las aguas del Golfo Pérsico y puede que se refiera a un pueblo marinero cuyo centro principal se localizaba en la Isla de Bahrain. Algunos arqueólogos creen que ese pueblo introdujo en el "país entre ríos" una nueva cultura, estimulando el desarrollo de la civilización sumeria.

No existe una relación directa entre Oannes y Sirio, aunque sería razonable buscar una si tenemos que creer la idea de Temple de que el mito de Oannes es una reminiscencia de la visita a la Tierra de criaturas anfibias procedentes de un planeta acuícola del sistema de Sirio. Por otra parte, podemos elegir arbitrariamente cualquier otro dios del antiguo oriente Próximo y deducir a partir de sus características las condiciones físicas del hipotético planeta del que procede. Thoth, el dios egipcio con cabeza de ibis que representa a la ciencia, al aprendizaje y a la escritura sugeriría igualmente bien que el planeta del sistema de Sirio es un vasto pantano.

Lockyer asociaba en The Dawn of Astronomy a Oannes con Ea y nos recordaba que el profesor Peter Jensen, orientalista alemán y autor del libro Cosmologie der Babylonier (1890), creía que la estrella Eta Argus (en la actualidad Eta Carinae) era la estrella de Ea. A esta peculiar eruptiva variable se la conoce por sus irregulares variaciones de luminosidad. Tal vez la gran luminosidad de Sirio se confundiera con la de Eta Carinae en el pasado, ya que en algún tiempo incluso brillaba más que Canopus o Alfa Carinae, la estrella más brillante después de Sirio. El mito de la compañera oscura pudiera ser una referencia de los desvanecimientos erráticos de Eta Carinae.

La prueba más evidente en contra de la idea de que la tradición de los Dogón es una reliquia del contacto con extraterrestres tal vez se encuentre entre los propios Dogón. No solo hablan de un segundo miembro invisible del sistema de Sirio, sino que, además, describen a una tercera estrella, "Emme Ya", y a un planeta que gira en torno a ella. Emme Ya emplea treinta y dos años en completar una órbita y aunque sólo tiene un cuarto de la masa de Sirio B es más grande que esta famosa enana blanca. La observación no ha ofrecido pruebas todavía de que gire en torno a Sirio otra compañera (con o sin planeta). Si la tradición de los Dogón acerca de una vecina oscura de Sirio se refiere en realidad a Sirio B, ¿qué podemos hacer con esta compañera adicional que aparentemente no existe? Además, ¿por qué se dan en años los periodos orbitales de estas estrellas, una unidad de tiempo estrictamente ligada a la Tierra, en lugar de en otra unidad que solo tendría significado para los habitantes de Sirio? También es extraño que los visitantes de Sirio proporcionaran a los Dogón una gráfica de la órbita relativa de Sirio vista desde la Tierra. Es mucho más probable que el diagrama de los Dogón proceda de alguna forma de un estudio astronómico relativamente reciente llevado a cabo desde la Tierra. Tal vez sea el detalle más revelador de todos la afirmación de los Dogón de que Júpiter tiene cuatro satélites. Esto parece asombroso en primer lugar, ya que Galileo no sabia que Júpiter tuviera satélites hasta que con su telescopio descubrió cuatro de ellos. Sin telescopios propios los Dogón tuvieron que recibir información de alguien. Cualquiera que haya sido la fuente de esta información es seguro que no pudieron suministrarla antiguos astronautas. Se sabe que Júpiter tiene por lo menos catorce satélites, y hombres del espacio inclinados a transmitir esta clase de información tendrían que haber sido más precisos.

Aunque no seamos capaces de identificar la fuente del misterio de Sirio, parece probable que las ideas astronómicas de los Dogón sean una colección de suposiciones buenas y malas o un compendio mutilado de saber astronómico antiguo y reciente con el que se contaminaron de algún modo las creencias más antiguas de los Dogón.

fuente: http://enciclopedia.us.es/index.php/Los_Dog%C3%B3n_y_Sirio

Mas sobre el tema:

Muchas son las civilizaciones que han transmitido su perspectiva

mitológica y cosmológica de su origen, su desarrollo y destino.

Se podría hablar de los babilonios, sumerios, mayas, incas, incluso de nuestros mapuches. Además, existen culturas, muchas de ellas lejanas de las civilizaciones imperiales europeas, que dicen haber obtenido sus conocimientos de culturas aparentemente más avanzadas.

Algunos de estos contactos parecen haber dejado conocimientos

cósmicos a culturas que de ninguna manera podrían tenerlos, adelantándose

incluso a los descubrimientos oficiales, en épocas más modernas.

Al respecto, existe una cultura, no muy mencionada en los textos

de historia, que porta un mensaje imposible de no analizar. Recién en los últimos años se le ha dedicado más de alguna mención, sobre todo en ámbitos ufológicos. Me refiero a los Dogón, de Malí. El pueblo Dogón es una tribu asentada al sureste de Malí, un país del África septentrional, específicamente en una localidad llamada Bandiágara, muy próxima al Río Níger.

Uno de los primeros exploradores conocidos que puso su atención

en esta alejada tribu fue el antropólogo francés Marcel Griaule,

quien desde 1931 a 1952 convivió con ellos y se nutrió de todo

el conocimiento que los Dogón nunca habían narrado. El resultado

de tal investigación, publicado en 1951 en un artículo titulado

"Un Sistema de Sirio Sudanés", superó las barreras del simple

informe etnológico sobre los mitos de una tribu de naturales

africanos.

Los ancianos Dogón le contaron a Griaule la historia de la creación del Universo, de acuerdo a su mitología secreta. Le hicieron saber que los Nommo, unas criaturas mitad humanas y mitad peces, iniciaron la civilización en la Tierra. Hablaron de la ceremonia Sigui, que se celebra cada cincuenta años y que representa la renovación del Universo. Le mostró unas máscaras de cuatrocientos años de antigüedad que se venían usando en los ritos Sigui.

Sabían que la Luna es seca y estéril, que Saturno tiene anillos

a su alrededor y que Júpiter -dana tolo- tiene cuatro grandes

lunas. Ellos sabían que la Vía Láctea, nuestra galaxia, es un

conjunto de estrellas en forma de espiral y que los planetas

se mueven en órbitas elípticas alrededor del Sol. Además, los

Dogón tienen una reverencia especial por Sirio, la estrella con

el mayor brillo aparente del cielo. Los ancianos Dogón dijeron

que Sirio no era una estrella solitaria, sino que tres.

Decían que la que se puede ver, sigi tolo (Sirio A), es la más

grande y brillante. Alrededor de ella orbita una estrella más

pequeña, po tolo (Sirio B), que fue bautizada con el nombre de

un pequeño grano, que se llama Digitaria. Ellos creen que esta

pequeña estrella es la cosa más pesada del Universo porque está

hecha de un metal llamado sagala, y mencionan que esta pequeña

estrella orbita a sigi tolo en un ciclo de cincuenta años, siguiendo una órbita elíptica. Hoy se sabe con certeza que son 50 años y dos meses.

Sirio B fue completamente desconocida para los astrónomos hasta

1862, cuando el astrónomo norteamericano Alvan Clark la pudo

ver por primera vez por su telescopio. Esta estrella, Sirio B,

como todas las enanas blancas, está formada de materia densamente

comprimida que, si bien no es la materia más pesada del Universo,

está cerca de serlo. Hasta 1926 no se había descubierto que las

enanas blancas eran tan masivas que un metro cúbico de su materia

podía pesar 20.000 toneladas.

A la tercera estrella del sistema Dogón la llaman emme ya, el

sol de las mujeres. Es cuatro veces más liviana que po tolo (Sirio B) y viaja en la misma dirección alrededor de sigi tolo, pero en una órbita más alejada. Emme ya tiene un satélite o planeta, llamado Goatherd o la estrella de las mujeres. Curiosamente, esta tercera estrella fue descubierta a través de enormes telescopios, recién en 1995.

Estos antecedentes han puesto en el debate cómo ellos sabían

de detalles tan exactos sobre diversos fenómenos celestes si

no tenían telescopios. ¿Cómo podían saber que Saturno tiene anillos, que la Luna es un lugar seco y estéril y que hay cuatro grandes lunas orbitando a Júpiter? Y más aún, ¿los Nommo, visitantes de un planeta de una de las estrellas, les habían entregado esta información?

La postura escéptica ante este tema, liderada por el astrofísico

Carl Sagan, pone en tela juicio las creencias y explicaciones

de los Dogón. Dijo Sagan que ellos deben haber obtenido sus conocimientos de astronomía de misioneros, comerciantes u otros visitantes del área en los años anteriores a la conversación con Griaule e incorporaron este nuevo conocimiento a sus creencias anteriores sobre Sirio A.

La reverencia por Sirio A, la estrella más brillante del cielo,

es común entre los pueblos antiguos, debido a su aparición en

el amanecer anunciando la cercanía del verano, con implicaciones

para la agricultura.

A pesar de todo lo que se pueda decir a favor o en contra de

la tribu Dogón, es muy prematuro confirmar la autenticidad o

no de sus narraciones. Por todo, las especulaciones sobre este

tema sirven para alimentar nuestra imaginación y deseo de misterio.


Ahora bien, analizando el punto anteriormente escrito, uno se pregunta, como rayos una tribu indigena desde hace milenios tiene un conocimiento detallado de las estrellas tanto de Sirio A como B y del sistema solar del mismo??Asi mismo, como supieron de los anillos de saturno sin que se haya inventando el telescopio???Estas interrogantes son bastante interesantes hermanos, porque no cabe duda que esta tribu guarda conocimientos mas sofisticados de los que nosotros tenemos y tambien sobre el origen de la humanidad puesto que no se puede conceptualizar ni entender ni imaginarse como ellos obtuvieron ese conocimiento sin los telescopios modernos de hoy como el hubble space telescope, es una hazaña increible lograda por una tribu la cual muchos de nosotros en base a un ego y soberbia nos catalogamos como 1er mundistas o al tope de la raza humana debido a nuestra tecnologia actual, hechenle pichon pues, expliqueme alguien como obtuvieron ellos ese conocimiento???mas aun tratandose de ese año específico y las coordenadas exactas y movimientos de todos esos cuerpos celestes. Ahora he empezado a pensar que quizas nosotros seamos los atrasados y los indigenas tienen muchisimo mas conocimiento del hombre, la tierra y el universo que nosotros, no cabe duda que este es un misterio inexplicable y que por ahora no es posible resolverlo



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